Es una experiencia que causa daño o sufrimiento físico, emocional o psicológico y es un hecho que se percibe y se experimenta como una amenaza para la seguridad de uno o la estabilidad de su mundo.
Un evento traumático puede involucrar:
En el momento de un suceso traumático, la persona que lo experimenta podría sentirse insensibilizada y, por lo tanto, no saber cómo responder. Posteriormente, los recuerdos del trauma pueden hacer aflorar sentimientos de desesperanza, miedo e incluso horror: como estar reviviendo todo el trauma de nuevo. Para tratar de resolver tales sentimientos y salir adelante después de un trauma, es útil hablar de los hechos y los sentimientos, especialmente con un niño.
Después de un acontecimiento traumático, la persona que lo experimenta necesita tiempo, apoyo y una sensación de seguridad para recuperar la confianza. Las experiencias que han traumatizado a un niño suelen causar ansiedad. En los niños, los signos de ansiedad podrían abarcar un aumento de la necesidad de estar acompañado física y emocionalmente, miedo a la separación, dificultades para dormir, inapetencia, enuresis o cambios en la interacción con otras personas.
Muchos eventos son experimentados por los niños como traumáticos; de hecho, muchos adultos no se dan cuenta de qué hechos aparentemente inofensivos pueden ser muy traumáticos para un niño. Por ejemplo, un niño con un brazo fracturado puede suponer que su brazo no se puede arreglar y los adultos no tienen forma de saber que el niño incluso se está imaginando semejante cosa.
Los padres pueden reducir las respuestas emocionales negativas ante los acontecimientos potencialmente traumáticos preparando al niño. Las charlas, las visitas, las fotos, los videos y el juego son actividades que pueden introducir la experiencia que se avecina para el niño. Los profesionales de la salud son una buena fuente de información sobre los sucesos que pueden ser traumáticos para un niño, como recibir una inyección o vivir otras experiencias que son nuevas, dolorosas o atemorizantes.
Es posible que los niños necesiten tener la oportunidad de hablar acerca de las experiencias traumáticas y emociones conexas con sus padres y se los debe estimular a que lo hagan, si así lo desean. Los niños que han sido testigos de sucesos traumáticos pueden presentar mal comportamiento, llorar o parecer tristes. Si el niño muestra cambios de comportamiento persistentes, la familia debe consultar con un especialista en salud mental.
Ver también: trastorno de estrés postraumático
Levetown M. Communicating with children and families: from everyday interactions to skill in conveying distressing information. Pediatrics. 2008;121:e1441-e1460.